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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Fases del desarrollo sexual
 

Sexología/Fases del desarrollo sexual


Fases del desarrollo sexual

Este tema ha sido investigado tanto mediante las observaciones del desarrollo infantil de los humanos [29-32,48,53-54,59-60*] como de los animales [2-3,6,85-86 y otros]. A partir de estas investigaciones, fue demostrado que la pubertad no ocurre de una sola vez en la ontogénesis (el desarrollo individual durante la encarnación actual), sino que, al contrario, varias partes del aparato reproductor se terminan de desarrollar en diferentes momentos que a veces están separados por varios años.

Las primeras manifestaciones primitivas de la actividad del aparato reproductor en un niño y en las crías de los mamíferos pueden observarse en la erección del tejido cavernoso de los genitales incluso a pocos días después del nacimiento. Este tipo de erecciones ocurre como respuesta a estímulos no específicos, por ejemplo, como resultado de un susto, durante el llanto, al comer, al experimentar dolor, al reír, etc.

La segunda fase es conocida como la etapa de la «intersexualidad juvenil» que en la ontogénesis humana tiene lugar entre los 7-9 a los 15-17 años. En esta edad las glándulas sexuales incrementan la generación de andrógenos, hormonas sexuales masculinas que también están presentes en el organismo femenino y que son reguladores universales de la sexualidad (al nivel del sistema endocrino) en ambos sexos (ver [4]).

La influencia de los andrógenos provoca la intensificación considerable de las manifestaciones sexuales, especialmente en los varones. La ausencia de una orientación sexual definida hacia los representantes del sexo opuesto de la misma especie biológica es típica de esta fase, lo cual es determinado por la inmadurez de las estructuras cerebrales correspondientes. En esta etapa la excitación sexual puede ser provocada fácilmente por estímulos inadecuados, tales como objetos inanimados, animales o representantes del mismo sexo.

Estas manifestaciones son típicas no sólo de humanos, sino también de todos los animales estudiados a este respecto y de por sí no deben verse como algún tipo de patología. Sin embargo, la transformación de estas reacciones en reflejos condicionados —a lo cual contribuye la falta de información apropiada entre los adolescentes acerca de las relaciones sexuales normales de los adultos— puede provocar la perversión de la inclinación sexual por el resto de la vida.

Debemos mencionar que reflejos condicionados muy duraderos a menudo pueden formarse justamente durante las primeras excitaciones sexuales.

Una de las manifestaciones sexuales típicas de la edad adolescente es la masturbación. Más del 90% de los varones y aproximadamente un 50% de las mujeres han tenido este tipo de experiencia en su pasado [47,90-91]. La masturbación es típica no sólo de humanos, sino también de todos los mamíferos estudiados a este respecto (ver [6]).

En el pasado la masturbación era considerada como un vicio terrible, un pecado y la causa de todas las enfermedades conocidas. No obstante, hoy esta opinión es rechazada como completamente infundada. Puede decirse con certeza que la masturbación (salvo los casos de su práctica excesiva) no causa directamente ninguna enfermedad específica y es la manifestación natural de la sexualidad en una determinada etapa del desarrollo sexual. Por el contario, los adolescentes que son intimidados con las «terribles consecuencias» de la masturbación, siendo incapaces de resistir el intenso deseo de liberar la tensión sexual, pueden desarrollar enfermedades mentales.

Con todo, no debe leerse en lo dicho que la masturbación frecuente en esta edad no tenga consecuencias negativas. El asunto es que la bioenergía durante los orgasmos provocados por la masturbación no se usa racionalmente. En vez de ser simplemente perdida durante tal orgasmo, esta energía podría haber sido sublimada y usada para el desarrollo intelectual y físico. Para lidiar con la masturbación adolescente, debemos usar métodos «positivos» de corrección, es decir, en vez de intimidar o amenazar al joven, debemos dirigir su atención a alguna actividad beneficiosa. Aparte de esto, la sexualidad juvenil excesiva puede atenuarse con una dieta balanceada, específicamente a través de sustituir los platos con carne y pescado por productos lácteos y huevos de aves.

La tercera fase del desarrollo de la sexualidad —la fase de la «sexualidad adulta»— comienza en los varones cuando se termina el proceso de maduración de las estructuras cerebrales responsables de la orientación sexual adecuada. En las mujeres esto corresponde al momento en el cual están psicológicamente preparadas para comenzar su vida sexual.

En el caso de los mamíferos, la base de la formación de la orientación sexual de los machos hacia los representantes femeninos de la misma especie es la reacción congénita de excitación sexual a los llamados «estímulos claves» [7]. (Esta reacción se manifiesta bastante tarde en la ontogénesis del individuo). En los mamíferos no primates, así como en los insectos y peces, estos «estímulos claves» están representados por las feromonas sexuales. Estas sustancias, generadas por glándulas especiales en los genitales femeninos, pasan a la orina y ayudan a los machos a encontrar hembras listas para la inseminación.

En experimentos especiales logré descubrir que las feromonas sexuales de las hembras caninas son producidas por las glándulas vaginales, y no por el sistema urinario. La orina únicamente las transporta fuera de los genitales.

Los mamíferos no primates machos (por lo visto, salvo los cetáceos) perciben las feromonas sexuales a través de su sistema olfativo (ver [70], entre otros).

Las feromonas sexuales son propias de cada especie. Uno de los ejemplos de la acción de estas sustancias es el comportamiento de los gatos machos adultos y saludables cuando huelen la tintura de valeriana. Se comportan así porque el ácido valérico es la feromona sexual de las gatas [56].

Entre los primates, incluso seres humanos, los «estímulos claves» para los machos son representados por la vista de los genitales femeninos (el sistema visual desempeña el papel importante también en el comportamiento sexual de las avés machos). En el curso de las relaciones subsiguientes entre los sexos tiene lugar —ya sobre la base de reflejos condicionados— la formación de la orientación sexual típica de un varón adulto (por supuesto, los factores no biológicos también tienen cierta influencia).

Los machos de los primates y, por lo visto, de todos los animales carecen de los «estímulos claves» que causarían una excitación sexual de tipo reflejo incondicionado en las hembras. La orientación sexual femenina se forma a través del mecanismo de reflejo condicionado y se basa en la orientación social intraespecífica, formada de acuerdo con las leyes de la «socialización primaria» [2,5].

La intensidad de la reacción a los «estímulos claves», por regla general, depende del nivel de andrógenos en el organismo. Cuando sus recursos bioenergéticos están agotados debido al cansancio, la desnutrición o la enfermedad, el nivel de andrógenos y, por consiguiente, la intensidad de este reflejo decrecen.

Sin embargo, como he descubierto en mis experimentos con perros, este reflejo puede restaurarse por medio de preparados farmacológicos, tales como andrógenos y estimulantes del sistema endocrino. Entre estos preparados se encuentran el propionato de testosterona, la metiltestosterona, el eleuterococo (Eleutherococcus senticosus) y el ginseng*. La misma regularidad que observé en los perros se observa en los varones.

Como hemos visto, la intensidad de este reflejo varía dependiendo de las condiciones generales del organismo del macho, lo que constituye uno de los factores naturales para seleccionar con propósitos de reproducción a los individuos saludables de quienes se puede esperar una descendencia más viable.

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