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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Nutrición y función sexual
 

Sexología/Nutrición y función sexual


Nutrición y función sexual

Existe la opinión de que una dieta carnívora incrementa la potencia masculina. Pero, en realidad, esta dieta, aunque intensifica el deseo, empeora las características cualitativas de la función sexual.

La comida en el aparato digestivo, bajo la acción de las enzimas correspondientes, se desintegra en componentes neutros, ligeramente ácidos y alcalinos. Algunas de estas sustancias son eliminadas rápidamente fuera del organismo, mientras que las otras pueden causar un efecto oxidante o alcalinizante sobre el equilibrio ácido alcalino del medio interno del organismo (que incluye la sangre, las sustancias intercelulares, etc.). Basándose en este principio, todos los alimentos son clasificados habitualmente en «ácidos», «alcalinos» o «neutros», con la particularidad de que la pertenencia de uno u otro alimento a uno u otro grupo no depende de su pH original, sino del pH de aquellas sustancias en las que éste se desintegra dentro del organismo.

Si el efecto oxidante o alcalinizante sobre el medio interno del organismo es débil o de corta duración, el equilibrio ácido alcalino se restablece rápidamente gracias a los llamados sistemas reguladores o «sistemas de buffer» que transforman ácidos activos y álcalis (bases) en otras sustancias por medio de reacciones químicas especiales. No obstante, si una persona consume durante mucho tiempo sólo cierta clase de alimentos que desplazan drásticamente el equilibrio ácido alcalino para un lado (hacia la acidez o la alcalinidad), los sistemas de buffer fallan y no pueden desempeñar plenamente sus funciones, con la particularidad de que el desplazamiento prolongado de este equilibrio hacia la acidez es el más peligroso. Normalmente, para asegurar un metabolismo correcto, en los tejidos corporales debe mantenerse un medio ligeramente alcalino.

La carne y el pescado causan el efecto oxidante más fuerte sobre el medio interno del organismo, mientras que los vegetales, las frutas y la leche contribuyen a su alcalinidad. Incluso las frutas con el sabor ácido producen, como resultado, una reacción alcalina, ya que los ácidos orgánicos débiles contenidos en éstas se descomponen rápidamente.

¿Por qué la oxidación causada por el consumo excesivo de carne y pescado es tan peligrosa? Porque, entre otras razones, aún el más mínimo desplazamiento del equilibrio ácido alcalino hacia la acidez provoca en los tejidos del cuerpo la formación de depósitos de sales poco solubles de ácido úrico, uno de los productos finales del metabolismo de un grupo de proteínas llamadas nucleoproteínas (otras proteínas, en cambio, se descomponen formando la urea, un compuesto inofensivo y altamente soluble).

Las fuentes principales de nucleoproteínas son los productos que contienen carne o pescado. Por lo tanto, tales alimentos incrementan la concentración de las sales de ácido úrico dentro del cuerpo y al mismo tiempo impiden que el organismo se deshaga de éstas. En tales condiciones, las sales de ácido úrico se depositan en las paredes de los vasos sanguíneos, en los tejidos musculares, cartilaginosos y otros.

Todos hemos oído sobre los dolores articulares que aparecen durante la gota, una enfermedad cuya causa consiste en el consumo excesivo de productos de carne y pescado. La inflamación de las articulaciones tiene lugar durante la fase avanzada de esta enfermedad. Sus síntomas más tempranos son causados por la acumulación de sales de ácido úrico en las paredes de los vasos sanguíneos del cerebro, lo que provoca su estrechamiento, la perdida de la flexibilidad de sus paredes y, como resultado, una irrigación sanguínea deficiente del cerebro. Exteriormente, esto se manifiesta en el deterioro de la memoria, en los trastornos del sueño, en dolores de cabeza e irritabilidad. Como consecuencia, se desarrolla un permanente estado psíquico desagradable que, a su vez, da origen a un estrés emocional prolongado debido al cual la función sexual colapsa.

Una de las maneras de deshacernos de este estado es empezar a seguir estrictamente una dieta alcalinizante «sin matanza» (es decir, aquella que excluye, primero que nada, productos de carne y pescado). Este tipo de dieta es «puro» desde el punto de vista fisiológico, bioenergético y ético*, con la particularidad de que la leche y los huevos de las aves, que pueden ser usados en esta dieta, contienen todos los aminoácidos esenciales para el organismo humano.

El sistema nervioso vegetativo del organismo humano tiene dos secciones: simpática y parasimpática. Estas secciones de alguna manera se oponen la una a la otra. La sección simpática controla el organismo en las situaciones de estrés, es decir, cuando existe la necesidad de defenderse o de atacar, así como en los estados de ansiedad, ira, etc. La sección parasimpática, por el contrario, predomina cuando el organismo permanece en un estado de paz y de comodidad.

La función sexual es regulada por ambas secciones, siendo de notar que la capacidad eréctil del varón está regulada por las estructuras nerviosas parasimpáticas, mientras que el proceso de eyaculación, por las estructuras simpáticas. La excitación de la sección parasimpática contribuye a la erección, mientras que la excitación de la sección simpática contribuye al debilitamiento de la erección y acelera la eyaculación.

Es por eso que la función sexual se manifiesta de una mejor manera en los estados de paz interior y de equilibrio y cuando uno no tiene hambre. Por otro lado, el estrés emocional empeora los índices de la función sexual.

Tal como fue demostrado anteriormente, la sección simpática del sistema nervioso es la que se activa en el caso de la gota, mientras que la parasimpática es la que se inhibe.

Todo esto es relevante no sólo para el varón, sino también para la mujer. Muchas de ellas tienen dificultades para alcanzar el orgasmo debido a que se encuentran en un estado de estrés crónico. Uno de sus rasgos típicos es la incapacidad de concentrarse debidamente en las sensaciones sexuales durante una relación.

También es interesante mencionar que la gente que no come carne ni pescado se cansa dos o tres veces menos durante el trabajo físico. Esto fue demostrado por unas investigaciones fundamentales [71]. Entre los seguidores de la dieta «sin matanza», había muchos deportistas destacados incluyendo campeones olímpicos de maratón. Los estudios de personas ocupados con trabajos físicos duros (rickshas) han demostrado que ellos, siguiendo una dieta «sin matanza», podían realizar un tremendo trabajo, como correr con una carga más de 40 kilómetros por día bajo un calor sofocante. Pero ellos perdían esta habilidad si la carne era incluida en su ración.

El estilo de alimentación también afecta fuertemente al estado bioenergético de una persona, es decir, al nivel de sutileza-grosería de sus bioenergías, a su esfera emocional y, como resultado, a la conciencia entera. Es imposible alcanzar las alturas del autoperfeccionamiento espiritual si uno come cadáveres de animales. Es así, entre otras razones, porque estos cadáveres contienen energías muy groseras que se quedan en el cuerpo de la persona que ha comido los tejidos del cadáver.

Si hablamos de las emociones (y para una persona espiritualmente desarrollada el componente emocional, y no el componente físico, es el más valioso en las relaciones sexuales), podemos afirmar con certeza que sólo quienes han alcanzado un progreso significativo en la purificación espiritual y en la refinación bioenergética son realmente capaces de conocer toda la belleza del aspecto sexual del amor.

Quizás, sea oportuno también recordar el siguiente precepto del Nuevo Testamento: «¡Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada por lo que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite!» (Romanos 14:21)

Además, cabe mencionar que el consumo frecuente de productos que contienen cafeína (café, té, etc.) también afecta la función sexual, puesto que la cafeína estimula principalmente la sección simpática del sistema nervioso.

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